lunes, 18 de noviembre de 2013

PACTO DE ÁNGELES

Había una vez un ángel que sabía que era todo Luz, que era un ser Divino. Siempre estaba rodeado por el infinito amor de dios. Todos los seres que estaban con él eran grandiosos y magníficos. Cada uno era una parte luminosa y vibrante del Todo.

Nuestro Ángel vivía en el Absoluto, fuera de la dualidad de lo relativo. Todo a su alrededor era paz y armonía, belleza y bienestar. Vibraba en la más alta esfera del Puro amor.

Así, nuestro pequeño Ángel era como una vela encendida en el sol. En medio de la grandiosa luz (de la que formaba parte), no podía verse ni experimentarse a sí mismo. No podía sentir Quién y Qué realmente era.

Por eso, Dios con su sabiduría se le acercó y le dijo:

-         ¿Sabes, querido Ángel, qué deberías hacer para satisfacer ese anhelo tuyo?

-         ¿Qué, Dio mío? Dime qué debo hacer- Preguntó el angelito.

-         Debes separarte del resto de nosotros- respondió Dios- y luego debes seguir por ti mismo en la Oscuridad.

-         ¿Qué es la oscuridad, padre? –Preguntó otra vez el angelito.

-         Lo que tú no eres – respondió Dios.

-         Deberás viajar al mundo de la materia, y ahí experimentarás envidia, egoísmo, traición, dolor y muchas otras sensaciones más de esa índole. Serás lo que no eres, pero dentro de ti siempre habrá un impulso para volver a Mí .En ese camino experimentarás la  Oscuridad, deseando siempre volver a la Luz.


Y Yo, como vivo en ti, disfrutaré de tu viaje, recreando y recorriendo una vez más la Gloria de MI SER  a través de ti. Tu voluntad será la Mía, pues ejercerás el libre albedrío y experimentarás muchas y variadas emociones. Recuerda que nunca Mi voluntad será la tuya, tú deberás elegir, manifestarte y crear; tú podrás sentir la maravillosa sensación de Vivir. Serás Divinidad Absoluta experimentándose a sí misma. Y al final del camino te estaré esperando como siempre – contestó  Dios  amorosamente.
 
El ángel escuchaba maravillado. Nacía en él un intenso deseo de comenzar el Viaje. El Viaje infinito hacia la Luz.

-         ¿Qué aspecto de la Oscuridad deseas experimentar primero? – preguntó Dios.

-         ¿Puedo elegir uno? -respondió el Ángel?

-         El que desees  -afirmó Dios.

-         Entonces elijo el Dolor. Experimentar el dolor más intenso en todo mi Ser.

Esto,  lógicamente, provocó un pequeño problema, pues para que nuestro Ángel experimentara el dolor debería haber por lo menos otro Angelito, otro ser divino que lo causara. Y todo lo causado por Dios es perfección y amor.

El Ángel miró a su alrededor. No había nadie capaz de hacer tal cosa. No había ningún alma menos perfecta, menos maravillosa que él. Sin embargo, entre los muchos Angelitos que escuchaban  esta conversación, uno se acercó sonriente y le dijo:

-         Yo te ayudaré a que sientas  el dolor más profundo que pueda experimentar tu Ser.

-         ¿Por qué deseas hacer esto? –preguntó  nuestro Ángel, que no podía comprender cómo un ser tan perfecto deseaba disminuir su vibración al nivel de causar dolor, una emoción de la Oscuridad.

-         Muy simple – dijo el Ángel Bondadoso –lo haré porque te amo. Además, tu has hecho lo mismo por mí.

-         ¿Lo hice? –preguntó el Ángel.

-         Por supuesto. ¿No lo recuerdas? Hemos sido todo de eso, tú y yo. Hemos sido el arriba y el abajo, y la izquierda y la derecha. Hemos sido el aquí y el allá, el ahora y el entonces. Hemos sido el Todo de Eso. Lo hicimos por acuerdo, para que cada uno de nosotros pudiera experimentarse a sí mismo como la parte suprema de Dios, porque comprendimos que…


“En ausencia de eso que No Eres (la oscuridad), Eso que Eres (la Luz). No Es”.

“En ausencia de frío no puedes sentir calor. En ausencia del dolor no puedes ser feliz; sin eso que llaman mal, la experiencia que llaman bien no puede existir”.
 
“Si eliges ser una cosa, algo o alguien opuesto a eso tiene que mostrarse en algún lugar de tu universo para hacerlo posible. A eso lo llaman Dualidad”.

Este cielo lo hemos hecho y lo estaremos haciendo eternamente. Pero nunca será igual. Similar quizá. Siempre estaremos recreándonos junto al Padre. Ahora que has nacido a un nuevo ciclo de Vida, lo has olvidado todo, para poder disfrutar una vez más de la Eterna Verdad –comentaba cariñosamente el Ángel Bondadoso.

Nuestro Angelito lo escuchaba sorprendido y ansioso, sin entender demasiado.

-         Pero antes te pediré una cosa a cambio –dijo el Ángel Bondadoso.

-         ¡Cualquier cosa! ¡Cualquier cosa! –respondió nuestro ángel entusiasmado al saber que pronto podría experimentar el dolor.

-         En el momento en que Yo te produzca el dolor más intenso que haya sentido tu Ser, por favor recuerda Quien Soy Yo realmente y Quien Eres Tú –solicitó amorosamente el Ángel Bondadoso.

-         ¡Oh, no lo olvidaré! –prometió nuestro Ángel -. Te veré en la Perfección Divina en la que te tengo ahora, y recordaré Quien soy. Siempre tendré presente este Pacto de  Ángeles. Nunca olvidaré que la única forma de recrear la Luz es experimentando primero la Oscuridad. Gracias, querido Ángel, por tu servicio.

-         ¡Qué así sea! –afirmó el Ángel Bondadoso.

Y así fue. En un planeta y en un tiempo, en el mundo de la materia, nuestro Angelito se convirtió en madre y el Ángel Bondadoso en su hijo.

Ambos se amaban profundamente, casi como recordando su esencia Divina. La vida era hermosa para ellos. Su relación era un canto al Amor. Pasaron los años, ambos se comprendían y se ayudaban, hasta que un día, un oscuro día, ese hijo (nuestro Ángel Bondadoso) repentinamente murió. Feliz por haber cumplido con la promesa, se desprendió de su cuerpo físico, volviendo a desplegar sus alas.

Mientras tanto, nuestro Angelito (la mamá ahora), experimentaba el dolor más intenso que había soportado su ser.

 Expectante, el hijo, desde el cielo esperaba que su mamá  recordara el pacto que habían hechos. Pero no. El tiempo pasaba y la mamá sufría intensamente. Su cuerpo y su espíritu estaban desgarrados. Su dolor era profundo y persistente. No tenía consuelo. No recordaba el Pacto de Ángeles.

 Fue así como el Ángel Bondadoso, no soportando más el calvario del Angelito, decidió comunicarse con otro Ángel que estaba en ese mismo planeta y le pidió que escribiera una historia. Esta historia, donde se narra toda la verdad de lo sucedido, y luego se la leyera a su mamá, para ayudarla a recordar Quien era Ella y por qué sentía dolor.

 Y eso es lo que estoy haciendo ahora. Y lo que seguiré haciendo hasta que todos aquellos que han olvidado, recuerden los pactos que han hecho.

Me cuentan las voces del futuro que después de leer muchas veces esta historia, todos los Angelitos que habían pactado sentir dolor, recordaron. Pudieron almacenar en su memoria espiritual el dolor, y de esa forma disfrutar la felicidad y la alegría más plena del Amor.

 Nuestra mamá u nuestro hijo, separados físicamente ahora, volvieron a sonreír y a sentirse bien.

 Cuentan además que, tras leer esta narración, muchos, muchos Ángeles comenzaron a recordar todos los pactos que habían hecho entre ellos. Y en este planeta, chiquito, cuyo nombre se me pierde, hubo más Perdón, Comprensión, Ayuda, Felicidad, Alegría…en fin, más Amor, mucho, muchísimo más amor.
 

RECUERDEN, SIMPLEMENTE RECUERDEN QUERIDOS  ÁNGELES, PUES A MEDIDA QUE VAYAN RECORDANDO SE UNIRÁN E IRÁN VOLVIENDO POCO A POCO A CASA. EL PADRE LOS ESPERA, COMO SIMPRE, CON LOS BRAZOS ABIERTOS.

                     Con Amor, ARTRON

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