viernes, 5 de abril de 2013

STELLA MARIS: "LA SANACIÓN ESPIRITUAL SE ESTÁ ESTUDIANDO EN HARDVARD"

Aplica la psico-neuro-endocrino-inmunología a pacientes graves y ve milagros en enfermos que sanan contra todo pronóstico.


--¿En qué consiste la sanación espiritual?                                                    
--En un proceso interno del enfermo. Se trata de volver al estado de sincronicidad, donde uno puede movilizar todos sus recursos: cómo se siente, como piensa, como se nutre. Lo que tiene de milagroso la sanación espiritual no es el hecho de que la persona se cure, sino que cambie.

--Hay diagnósticos que son una condena.
--Pero se trata de recibirlos con desafío y captar el verdadero mensaje de la enfermedad, que es regresarnos a lo que realmente es importante en la vida. Y, desde este lugar, conseguir los cambios que cada uno necesita. Todo el mundo tiene que hacer cosas distintas para poner en funcionamiento las capacidades que le permiten sanar.

--¿Qué dice la ciencia al respecto?
--Se está acercando una vez más a la sanación espiritual. La psico-neuro-endocrino-inmunología está devolviendo el alma a la medicina, está rescatando el poder de la persona. En nuestra fundación invitamos a grandes médicos que investigan en la dirección de cómo condicionar nuestro sistema inmunológico. Si podemos condicionarlo a través de un aroma, tal como se ha demostrado, ¿cómo no hemos de poderlo condicionar a través de pensamientos?

--Eso es lo  que pregunto yo.
--Por supuesto que podemos. Y a través de las emociones. Sólo podrá movilizar recursos quien quiera vivir, no quien quiera morir. Hay muchos enfermos que harían de todo para no morir, pero, quien quiere vivir se compromete y genera cambios que no tienen nada que ver con la medicina. A la medicina, uno tiene que dejarle la enfermedad, no la vida.

--Pero tenemos grandes médicos y la medicina ha salvado a millones de personas.
--La medicina no satisface todas las necesidades del enfermo. Es importante el diagnóstico, pero también es importante como se vive. La enfermedad no nos arruinará la vida más de lo necesario. Si uno enriquece su vida, uno planta la semilla de la sanación. El árbol lo hace Dios.

--Usted ve milagros.
--Yo veo milagros diariamente, pero no los hago. Sólo ayudo a sacar los obstáculos que impiden al enfermo llegar al lugar desde donde se puede sanar. Hoy en día sabemos que el sistema inmunológico está condicionado y regulado por lo que pensamos y lo que sentimos, por cómo nos nutrimos y por la neuroplasticidad del cerebro. Se trata de sorprendernos por la vida, de actualizar los sentidos.

--¿Qué le diría a los médicos escépticos?
--Yo no soy conocedora de enfermedades, de eso se ocupan los médicos, de pacientes. Trabajo con muchos médicos, porque es importante establecer un puente entre la espiritualidad –que no es necesariamente religión- y la ciencia. Todo lo que la persona percibe lo transforma en moléculas. Yo no afirmaré nunca que alguien se curará, porque no lo puedo saber, pero sí que sé que esa persona no morirá de una estadística, eso seguro, y que mejorará su calidad de vida.

--Aun así usted lo explica también en Hardvard.
--Sí. La sanación espiritual se está investigando en la universidad norteamericana de Hardvard, donde me invitan desde el año 2000. Hablo de los milagros que veo y me siento muy feliz al ver que cada vez hay más científicos de todo el mundo que apoyan lo que digo. Caulquier médico ha comprobado como, ante un mismo diagnóstico y un mismo pronóstico, el resultado es diferente según que pacientes.

--¿De qué depende?
--En parte de la genética y en parte de la capacidad de resistencia. Tenemos que enseñar a los pacientes a resistir, a afrontar la adversidad para salir fortalecidos. Eso también forma parte de la medicina.

--Háblenos, por favor, de su padre.
--Gracias a mi padre me dedico a esto. Él tenía un diagnóstico muy adverso: tenía un cáncer de próstata con metástasis en el hígado y en los huesos. Le dieron dos meses de vida. ¿Sabe cuanto vivió?

--Explíquelo.
--Dieciocho años. Y acabó muriendo de otra cosa, libre de su enfermedad. No creyó a los médicos cuando le dijeron que se moriría en poco tiempo. El diagnóstico siempre es correcto, pero no se debe aceptar el pronóstico. Mi padre transformó lo negativo de la enfermedad en algo positivo, le dio un nuevo sentido al legado de la enfermedad. No sabemos por qué enfermamos, pero podemos descubrir el para qué, y así enriquecer nuestra vida.

--¿Cuál fue el para qué que salvo s su padre?
--El amor. Mi padre fue la persona más importante de mi vida. ¡Sentí tanto terror ante su pronóstico! Actualmente desintoxico a la muerte, pero entonces no sabía nada de la muerte. Le pedía a mi padre que por favor no se muriera, que lo necesitaba. Y él me lo prometió.

El Periódico de Catalunya, 11 de febrero del 2009.

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