jueves, 31 de enero de 2013


LA FÍSICA CUÁNTICA CONFIRMA QUE CREAMOS NUESTRA REALIDAD

La física moderna dice “tú si puedes”

 Durante décadas, los poderes de la mente han sido cuestiones asociadas al mundo “esotérico”, cosas de locos. La mayor parte de la gente desconoce que la mecánica cuántica, es decir, el modelo teórico y práctico dominante hoy día en el ámbito de la ciencia, ha demostrado la interrelación entre el pensamiento y la realidad. Que cuando creemos que podemos, en realidad, podemos. Sorprendentes experimentos en los laboratorios más adelantados del mundo corroboran esta creencia.

El estudio sobre el cerebro ha avanzado mucho en las últimas décadas mediante las “tomografías”. Conectando electrodos a este órgano, se determina donde se produce cada una de las actividades de la mente. La fórmula es bien sencilla: se mide la actividad eléctrica mientras se produce una actividad mental, ya sea racional, como emocional, espiritual o sentimental y así se sabe a qué área corresponde esa facultad.

Estos experimentos en neurología han comprobado algo aparentemente descabellado: cuando vemos un determinado objeto aparece actividad en ciertas partes de nuestro cerebro… pero cuando se exhorta al sujeto a que cierre los ojos y lo imagine, la actividad cerebral es ¡idéntica! Entonces, si el cerebro refleja la misma actividad cuando “ve” que cuando “siente”, llega la gran pregunta: ¿cuál es la Realidad? “La solución es que el cerebro no hace diferencias entre lo que ve y lo que imagina porque las mismas redes neuronales están implicadas; para el cerebro, es tan real lo que ve como lo que siente”, afirma el bioquímico y doctor en medicina quiropráctica, Joe Dispenza en el libro “¿y tú qué sabes?”. En otras palabras, que fabricamos nuestra realidad desde la forma en que procesamos nuestras experiencias, es decir, mediante nuestras emociones.

La farmacia del cerebro
En un pequeño órgano llamado hipotálamo se fabrican las respuestas emocionales. Allí, en nuestro cerebro, se encuentra la mayor farmacia que existe, donde se crean unas partículas llamadas “péptidos”, pequeñas secuencias de aminoácidos que, combinadas, crean las neurohormonas o neuropéptidos. Ellas son las responsables de las emociones que sentimos diariamente.

Según John Hagelin, profesor de física y director del Instituto para la ciencia, la tecnología y la política pública de la Universidad Maharishi, dedicado al desarrollo de teorías del campo unificado cuántico: “hay química para la rabia, para la felicidad, para el sufrimiento, la envidia…”
En el momento en que sentimos una determinada emoción, el hipotálamo descarga esos péptidos, liberándolos a través de la glándula pituitaria hasta la sangre, que conectará con las células que tienen esos receptores en el exterior. El cerebro actúa como una tormenta que descarga los pensamientos a través de la fisura sináptica. Nadie ha visto nunca un pensamiento, ni siquiera en los más avanzados laboratorios, pero lo que sí se ve es la tormenta eléctrica que provoca cada mentalismo, conectando las neuronas a través de las “fisuras sinápticas”.
Cada célula tiene miles de receptores rodeando su superficie, como abriéndose a esas experiencias emocionales. Candance Pert, poseedora de patentes sobre péptidos modificados y profesora en la universidad de medicina de Georgetown, lo explica así: “Cada célula es un pequeño hogar de conciencia. Una entrada de un neuropéptido en una célula equivale a una descarga de bioquímicos que pueden llegar a modificar el núcleo de la célula”.

Nuestro cerebro crea estos neuropéptidos y nuestras células son las que se acostumbran a “recibir” cada una de las emociones: ira, angustia, alegría, envidia, generosidad, pesimismo, optimismo… Al acostumbrarse a ellas, se crean hábitos de pensamiento. A través de los millones de terminaciones sinápticas, nuestro cerebro está continuamente recreándose; un pensamiento o emoción crea una nueva conexión, que se refuerza cuando pensamos o sentimos “algo” en repetidas ocasiones. Así es como una persona asocia una determinada situación con una emoción: una mala experiencia en un ascensor, como quedarse encerrado, puede hacer que el objeto “ascensor” se asocie al temor a quedarse encerrado.
Si no se interrumpe esa asociación, nuestro cerebro podría relacionar ese pensamiento-objeto con esa emoción y reforzar esa conexión, conocida en el ámbito de la psicología como “fobia” o “miedo”.

Todos los hábitos y adicciones operan con la misma mecánica. Un miedo (a no dormir, a hablar en público, a enamorarse) puede hacer que recurramos a una pastilla, una droga o un tipo de pensamiento nocivo. El objetivo inconsciente es “engañar” a nuestras células con otra emoción diferente, generalmente, algo que nos excite, “distrayéndonos” del miedo.
De esta manera, cada vez que volvamos a esa situación, el miedo nos conectará, inevitablemente, con la “solución”, es decir, con la adicción. Detrás de cada adicción (drogas, personas, bebida, juego, sexo, televisión) hay pues un miedo insertado en la memoria celular.

La buena noticia es que, en cuanto rompemos ese círculo vicioso, en cuanto quebramos esa conexión, el cerebro crea otro puente entre neuronas que es el “pasaje a la liberación”. Porque, como ha demostrado el Instituto Tecnológico de Massachussets en sus investigaciones con lamas budistas en estado de meditación, nuestro cerebro está permanentemente rehaciéndose, incluso, en la ancianidad. Por ello, se puede desaprender y reaprender nuevas formas de vivir las emociones.

Mente creadora
Los experimentos en el campo de las partículas elementales han llevado a los científicos a reconocer que la mente es capaz de crear. En palabras de Amit Goswani, profesor de física en la universidad de Oregón, el comportamiento de las micropartículas cambia dependiendo de lo que hace el observador: “cuando el observador mira, se comporta como una onda, cuando no lo hace, como una partícula”. Ello quiere decir que las expectativas del observador influyen en la Realidad de los laboratorios… y cada uno de nosotros está compuestos de millones de átomos.
Traducido al ámbito de la vida diaria, esto nos llevaría a que nuestra Realidad es, hasta cierto punto, producto de nuestras propias expectativas. Si una partícula (la mínima parte de materia que nos compone) puede comportarse como materia o como onda… Nosotros podemos hacer lo mismo.

La realidad molecular
Los sorprendentes experimentos del científico japonés Masaru Emoto con las moléculas de agua han abierto una increíble puerta a la posibilidad de que nuestra mente sea capaz de crear la Realidad. “Armado” de un potente microscopio electrónico con una diminuta cámara, Emoto fotografió las moléculas procedentes de aguas contaminadas y de manantial. Las metió en una cámara frigorífica para que se helaran y así, consiguió fotografiarlas. Lo que encontró fue que las aguas puras creaban cristales de una belleza inconmensurable, mientras que las sucias, sólo provocaban caos.

 Más tarde, procedió a colocar palabras como “Amor” o “Te odio”, encontrando un efecto similar: el amor provocaba formas moleculares bellas mientras que el odio, generaba caos.
Por último, probó a colocar música relajante, música folk y música thrash metal, con el resultado del caos que se pudieron ver en las fotografías.

La explicación biológica a este fenómeno es que los átomos que componen las moléculas (en este caso, los dos pequeños de Hidrógeno y uno grande de Oxígeno) se pueden ordenar de diferentes maneras: armoniosa o caóticamente. Si tenemos en cuenta que el 80% de nuestro cuerpo es agua, entenderemos cómo nuestras emociones, nuestras palabras y hasta la música que escuchamos, influyen en que nuestra realidad sea más o menos armoniosa. Nuestra estructura interna está reaccionando a todos los estímulos exteriores, reorganizando los átomos de las moléculas.

El valioso vacío atómico
Aunque ya los filósofos griegos especularon con su existencia, el átomo es una realidad científica desde principios de siglo XX. La física atómica dio paso a la teoría de la relatividad y de ahí, a la física cuántica. En las escuelas de todo el mundo se enseña hoy día que el átomo está compuesto de partículas de signo positivo (protones) y neutras (neutrones) en su núcleo y de signo negativo (electrones) girando a su alrededor.
 Su organización recuerda extraordinariamente a la del Universo, unos electrones (planetas) girando alrededor de un sol o núcleo (protones y neutrones). Lo que la mayoría desconocíamos es que la materia de la que se componen los átomos es prácticamente inexistente. En palabras de William Tyler, profesor emérito de ingeniería y ciencia de la materia en la universidad de Stanford, “la materia no es estática y predecible. Dentro de los átomos y moléculas, las partículas ocupan un lugar insignificante: el resto es vacío”.
En otras palabras, que el átomo no es una realidad terminada sino mucho más maleable de lo que pensábamos. El físico Amit Goswani es rotundo: “Heinsenberg, el codescubridor de la mecánica cuántica, fue muy claro al respecto; los átomos no son cosas, son TENDENCIAS. Así que, en lugar de pensar en átomos como cosas, tienes que pensar en posibilidades, posibilidades de la consciencia.

La física cuántica solo calcula posibilidades, así que la pregunta viene rápidamente a nuestras mentes, ¿quién elige de entre esas posibilidades para que se produzca mi experiencia actual? La respuesta de la física cuántica es rotunda: La conciencia está envuelta, el observador no puede ser ignorado”.

¿Qué realidad prefieres?

El ya famoso experimento con la molécula de fullerano del doctor Anton Zeillinger, en la Universidad de Viena, testificó que los átomos de la molécula de fullerano (estructura atómica que tiene 60 átomos de cárbón) eran capaces de pasar por dos agujeros simultáneamente. Este experimento “de ciencia ficción” se realiza hoy día con normalidad en laboratorios de todo el mundo con partículas que han llegado a ser fotografiadas. La realidad de la bilocación, es decir, que “algo” pueda estar en dos lugares al mismo tiempo, es algo ya de dominio público, al menos en el ámbito de la ciencia más innovadora. Jeffrey Satinover, ex presidente de la fundación Jung de la universidad de Harvard y autor de libros como “El cerebro cuántico” y “El ser vacío”, lo explica así: “ahora mismo, puedes ver en numerosos laboratorios de Estados Unidos, objetos suficientemente grandes para el ojo humano, que están en dos lugares al mismo tiempo, e incluso se les puede sacar fotografías. Yo creo que mucha gente pensará que los científicos nos hemos vuelto locos, pero la realidad es así, y es algo que todavía no podemos explicar”.

Quizás porque algunos piensen que la gente “de a pie” no va a comprender estos experimentos, los científicos todavía no han conseguido alertar a la población de las magníficas implicaciones que eso conlleva para nuestras vidas, aunque las teorías anejas sí forman parte ya del dominio de la ciencia divulgativa.
Seguramente la teoría de los universos paralelos, origen de la de la “superposición cuántica”, es la que ha conseguido llegar mejor al gran público. Lo que viene a decir es que la Realidad es un número “n” de ondas que conviven en el espacio-tiempo como posibilidades, hasta que UNA se convierte en Real: eso será lo que vivimos. Somos nosotros quienes nos ocupamos, con nuestras elecciones y, sobre todo, con nuestros pensamientos (“yo sí puedo”, “yo no puedo”) de encerrarnos en una realidad limitada y negativa o en la consecución de aquellas cosas que soñamos. En otras palabras, la física moderna nos dice que podemos alcanzar todo aquello que ansiamos (dentro de ese abanico de posibilidades-ondas, claro).

En realidad, los descubrimientos de la física cuántica vienen siendo experimentados por seres humanos desde hace milenios, concretamente, en el ámbito de la espiritualidad. Según el investigador de los manuscritos del Mar Muerto, Greg Braden, los antiguos esenios (la comunidad espiritual a la que, dicen, perteneció Jesucristo) tenían una manera de orar muy diferente a la actual. En su libro “El efecto Isaías: descodificando la perdida ciencia de al oración y la plegaria”, Braden asegura que su manera de rezar era muy diferente a la que los cristianos adoptarían. En lugar de pedir a Dios “algo”, los esenios visualizaban que aquello que pedían ya se había cumplido, una técnica calcada de la que hoy se utiliza en el deporte de alta competición, sin ir más lejos. Seguramente, muchos han visto en los campeonatos de atletismo cómo los saltadores de altura o pértiga realizan ejercicios de simulación del salto: interiormente se visualizan a sí mismos, ni más ni menos que realizando la proeza. Esta técnica procede del ámbito de la psicología deportiva, que ha desarrollado técnicas a su vez recogidas del acervo de las filosofías orientales. La moderna Programación Neurolingüística, usada en el ámbito de la publicidad, las relaciones públicas y de la empresa en general, coincide en recurrir al tiempo presente y a la afirmación como vehículo para la consecución de los logros. La palabra sería un paso más adelante en la creación de la Realidad, por lo que tenemos que tener cuidado con aquello que decimos pues, de alguna manera, estamos atrayendo esa realidad.

La búsqueda científica del alma
En las últimas décadas, los experimentos en el campo de la neurología han ido encaminados a encontrar donde reside la conciencia. Fred Alan Wolf, doctor en física por la universidad UCLA, filósofo, conferenciante y escritor lo explica así en “¿Y tú qué sabes?” de la que se espera la segunda parte en pocos meses: “Los científicos hemos tratado de encontrar al observador, de encontrar la respuesta a quién está al mando del cerebro: sí, hemos ido a cada uno de los escondrijos del cerebro a encontrar el observador y no lo hemos hallado; no hemos encontrado a nadie dentro del cerebro, nadie en las regiones corticales del cerebro pero todos tenemos esa sensacion de ser el observador”. En palabras de este científico, las puertas para la existencia del alma están abiertas de par en par: “Sabemos lo que el observador hace pero no sabemos quién o qué cosa es el observador”.
Hoy recuperadas por la física cuántica, muchas de estas afirmaciones eran conocidas en la Antigüedad, como en el caso del “Catecismo de la química superior”, de Karl von Eckartshausen.

 Nuestro cerebro: un ordenador que procesa información
A cada segundo, en una vida como la moderna llena de estímulos: nos bombardean enormes cantidades de información. El cerebro solo procesa una mínima cantidad de ella: 400 mil millones de bits de información por segundo. Los estudios científicos han demostrado que sólo somos conscientes de 2.000 mil de esos bits, referidos al medio ambiente, el tiempo y nuestro cuerpo. Así pues, lo que consideramos la Realidad, es decir, aquello que vivimos, es sólo una mínima parte de lo que en realidad está ocurriendo. ¿Cómo se filtra toda esa información?
A través de nuestras creencias: El modelo de lo que creemos acerca del mundo, se construye desde lo que sentimos en nuestro interior y de nuestras ideas. Cada información que recibimos del exterior se procesa desde las experiencias que hemos tenido y nuestra respuesta emocional procede de estas memorias. Por eso, los malos recuerdos nos impulsan a caer en los mismos errores.

 Cómo romper con esos malos hábitos del pensamiento
El cerebro crea esas redes a partir de la memoria: ideas, sentimientos, emociones. Cada asociación de ideas o hechos, incuba un pensamiento o recuerdo en forma de conexión neuronal, que desemboca en recuerdos por medio de la memoria asociativa. A una sensación o emoción similar, reaparecerá ese recuerdo en forma de idea o pensamiento. Hay gente que conecta “amor” con “decepción” o “engaño”, así que cuando vaya a sentir amor, la red neuronal conectará con la emoción correspondiente a cómo se sintió la última vez que lo sintió: ira, dolor, rabia, etc. Según Joe Dispenza “si practicamos una determinada respuesta emocional, esa conexión sináptica se refuerza y se refuerza. Cuando aprendemos a “observar” nuestras reacciones y no actuamos de manera automática, ese modelo se rompe”. Así pues, aprender a “ver” esas asociaciones es la mejor manera de evitar que se repitan: la llave es la consciencia.

La mecánica de la erección
La mejor metáfora del pensamiento creador es el miembro masculino. Una sola fantasía sexual, es decir, un pensamiento erótico, es capaz de producir una erección, con toda la variedad de glándulas endocrinas y hormonas que participan en ello. Nada hay fuera de la mente del hombre pero, sin embargo, se produce un torbellino hormonal que desemboca en un hecho físico palpable. En el lado femenino, también el poder del pensamiento asociado al erotismo se convierte a menudo en hechos físicos, demostrando la capacidad del pensamiento para crear situaciones placenteras… o adictivas. Los más firmes defensores del poder de la visualización llegan a proponer que se puede obtener a través de ella casi todo lo que deseamos.
                   
                   Rafael Palacios, Periodista de investigación.

miércoles, 23 de enero de 2013

MÁS ALLÁ DE LA VIDA

Un tema muy controvertido y que debería formar parte de nuestra educación emocional, y así ayudar en nuestro crecimiento espiritual, es la muerte.
No como el fin de la Vida, sino como fin de un ciclo que forma parte de la existencia eterna de nuestro Ser.
¿Qué sucede cuando una persona se desprende de su cuerpo físico? ¿Es consciente de todo lo que la rodea? ¿Cómo podemos ayudarla?
Todo pasa por la aceptación del proceso que uno está viviendo y la apertura a un ciclo de existencia nuevo, diferente al que acabamos de dejar atrás. Sin ello no hay posible reencuentro con uno mismo, con la totalidad de todo lo que somos.



Las experiencias de personas que han cruzado "el velo" aseguran que no es el fin del camino, sino parte de este. Quizá tardemos un tiempo en comprender que la existencia puede manifestarse en diferentes dimensiones a la vez, y que estas se entrecruzan formando un gran realidad.
La pregunta es: ¿cómo vamos a alcanzar la conciencia plena sobre nuestro Ser si sólo aceptamos una parte, la realidad física? No es posible. Unicamente llegaremos a dicha comprensión si expandimos la mente e intentamos comprender la vida en un sentido más amplio.

Muchas preguntas pueden ser contestadas al respecto, y tal vez algunos de nosotros comprobar de forma concreta, cercana, que los que partieron antes de nuestra vida simplemente se han adelantado a un lugar donde tarde o temprano iremos a para todos...



Aceptación del proceso de elevación espiritual

La muerte es uno de los misterios más grandes que el ser humano afronta al término de su vida. Es probable que cada ser humano tenga una interpretación única de la muerte, según sus vivencias y sistema de creencias. Lo que sí está claro es que, creamos o no en una existencia posterior a la que experimentamos de forma física, es una realidad.
Entendida como un cambio de estado, una transmutación dentro de una larga existencia, la muerte no es más que el proceso de desprendimiento de nuestra parte física, puesto que según numerosas investigaciones, nuestra Consciencia sigue intacta una vez damos el paso. Seguimos existiendo pero de una forma distinta. Lo que llamaríamos vida física pasa a ser ahora existencia espiritual, y conforma nuestra realidad.

Quizá es la ignorancia de lo que hay más allá de la muerte lo que nos inspira cierto temor, sin embargo, hay numerosos testimonios de gente que ha llegado a la frontera del otro mundo, lo ha mirado y ha vuelto. Son lo que llamamos ECM, experiencias cercanas a la muerte.
El doctor Raymond Moody, médico y psiquiatra doctorado en psicología (Vida después de la Vida), inventó este término para denominar todas estas experiencias. Pero la investigación sobre este tema se inició mucho antes, a finales del siglo XIX de la mano de Albert Heim, siendo aceptada en 1959 la investigación del psicólogo Karlis Osis como el primer estudio científico al respecto (según los cánones actuales de la ciencia).
 Muchos otros investigadores han aportado información detallada sobre este tema, entre ellos la doctora Elisabeth Klübler-Ross (1926-2004), psiquiatra suizo-estadounidense cuyas investigaciones y famosos seminarios dedicados a médicos y enfermeras principalmente, han revolucionado al mundo.
 Esta afirmaba que en Sida no se puede curar con el modelo científico puesto que cada paciente desarrolla un virus que encaja con su mismo ser.
“… Si los médicos se bajaran del caballo y admitieran que muchas cosas no podemos concebir con el modelo intelectual vigente, entraríamos a explorar territorios hoy vedados por nuestra falta de humildad… Si exploramos nuestro contexto espiritual, nos exponemos a las respuestas…” _E. Klüber Ross, conferencia 11 agosto 1991, Facultad de Medicina Universidad Nacional de Buenos Aires_.
Todos estos investigadores, basándose en sus respectivos estudios, coinciden en que hay un tipo de existencia más allá de la experiencia física de la vida.
Tanto el Dr. Moody como el Dr. Brian Weiss, a su vez también médico y famoso psiquiatra norteamericano, han investigado sobre la reencarnación y la regresión a vidas pasadas concluyendo que la muerte como tal no existe.

“Principalmente, es necesario tomar en cuenta que no me baso en ninguna religión para afirmar la veracidad de la reencarnación. Mi enfoque es un enfoque clínico; es lo que he encontrado en mis pacientes…  …Como he enseñado reiteradamente, existen pruebas históricas y médicas de que la reencarnación es una realidad... El alma nunca muere.”   
_Dr. Brian Weiss_.

Según numerosos testimonios de pacientes que han experimentado ECM, donde la persona entra en un estado de coma profundo y en algunos casos incluso es declarada clínicamente muerta antes de regresar a la “vida”, seguimos siendo conscientes de todo lo que acontece a nuestro alrededor. En múltiples ocasiones describen su experiencia durante este estado, como un proceso de desdoblamiento en donde observan desde arriba, como si flotaran, su cuerpo y todo lo que está ocurriendo en torno a él, entrando en un estado de gran paz, sin dolor. Son pues conscientes de absolutamente todo lo que ocurre. Capaces de ver y oír, sin ojos ni oídos, 360º a su alrededor. Toda percepción es mental y amplificada con respecto a los sentidos físicos, dándose así en un estado de mayor perfección.

Así mismo, el Dr. Moody concluye estas experiencias como comunes en la mayoría de la gente que ha tenido ECM. Y añade que la sensación de viajar por un túnel, oir un sonido chillón o un silbido similar al del viento, ver gente (a menudo familiares ya fallecidos), encontrarse con un ser luminoso, ver una revisión de su vida (memoria interior, es decir, las experiencias que han tenido lugar a lo largo de nuestra vida), y tener sensación de aversión a la idea de volver a la “vida física”, son otras de las experiencias resultantes llevadas a cabo en sus estudios con gente que ha tenido experiencias cercanas a la muerte.

Cabe añadir numerosos casos clínicos en que, pacientes que han conseguido regresar de un estado de coma, puedan describir con detalle lo allí ocurrido mientras ellos estaban “dormidos” y relatar lo hablado por médicos, enfermeras y familiares.
Basándome en mi experiencia como médium e investigadora en el tema, puedo añadir que una vez se ha desencarnado, en la mayoría de los casos se es consciente del proceso de despegue del cuerpo físico que acaba de tener lugar.
He tenido ocasión de presenciar el desdoblamiento astral del cuerpo mientras fallecía una persona llegada en estado crítico a urgencias de un hospital, pudiendo observar que una vez al “otro lado” seguía siendo ella misma, plenamente consciente de lo que ocurría a su alrededor y pudiendo desplazarse a voluntad. Así mismo, no tenía limitaciones físicas puesto que al desdoblarse atravesó la pared sin más y se delizó suavemente, como si flotara, hacia un lado hasta desaparecer de mi vista.
En otras experiencias con gente que ha fallecido, he podido verificar que la comunicación entre ellos y nosotros es mental. Transmisión directa y clara de pensamiento, sin dar lugar a malas interpretaciones.


¿Es cierto que cuando el cuerpo muere, el alma se reencarna en otros cuerpos?

En el caso de las regresiones llevadas a cabo en pacientes, Weiss afirma que lo más importante no es la reencarnación, sino el hecho de que nunca morimos.
“Los cuerpos cambian, pero no el alma. Una y otra vez en las diversas vidas cambiamos de religión, de raza, de condición económica, de apariencia física…”

Ian Stevenson (1918-2007), doctor en medicina, bioquímico y profesor de psiquiatría, consideraba que el concepto de reencarnación podía complementar a los de herencia genética y medio ambiente para ayudar a la medicina moderna a entender aspectos del comportamiento humano y su desarrollo.

En el libro Vida antes de la Vida (2005) del psiquiatra Jim B. Tucker, presenta una visión general de más de 40 años de investigación sobre la reencarnación en la división de estudios sobre la Personalidad de la Universidad de Virginia, sobre informes de niños que recuerdan vidas anteriores. El libro sugiere que la Conciencia puede ser considerada de forma separada del cerebro, lo que sienta las bases para la Reencarnación. Así mismo, también examina marcas y defectos de nacimiento que coinciden con las de una persona fallecida identificada previamente por el niño.

Así pues, teniendo en cuenta todo lo mencionado anteriormente, el alma de la persona que acaba de fallecer traspasaría a un nuevo cuerpo para continuar existiendo y experimentando una nueva vida física, lo que se comprende como la transmigración del Alma.

                                                Mariana G. Aguilar



                          


martes, 8 de enero de 2013

¿QUÉ ENTENDEMOS POR VIDA ESPIRITUAL?


Existen muchos prejuicios y desconfianza en torno a la espiritualidad. Creo que es oportuno decir que la espiritualidad no consiste en teorías o abstracciones y que no se trata de ningún idealismo. Más bien consiste en considerar los problemas de la vida desde un punto de vista elevado, comprensivo y sintético; en probarlo todo en base a los verdaderos valores; en intentar llegar a la esencia de los hechos, sin dejarse arrastrar por las apariencias externas, ni convencer por las opiniones tradicionales. No dejarse influenciar por las masas, ni por las tendencias, las emociones o los prejuicios personales.

Cierto es que esto no es nada fácil y sería una auténtica presunción pensar que se puede conseguir plenamente. Pero intentarlo no solo es lícito, sino que además constituye un deber muy concreto; porque la luz o conciencia espiritual proyectada sobre los variados y complejos problemas individuales y colectivos, revela soluciones y muestra formas de evitar muchos peligros y errores, ahorrarnos muchos sufrimientos y, por lo tanto, proporcionarnos innumerables beneficios.


Experiencia espiritual
Desde los tiempos más remotos han existido seres humanos que han afirmado haber experimentado estados de conciencia que se diferenciaban, ya sea en calidad, intensidad o efecto, de aquellos que normalmente tenían al amparo del conocimiento humano.Tales estados de conciencia son el resultado de entrar, de forma voluntaria o involuntaria, en contacto con un plano o esfera de la Realidad que está “por encima” o “más allá” de aquellos generalmente considerados como “reales”. A esta esfera de Realidad se la suele denominar trascendente.
Este tipo de percepciones se sienten como la cosa más real, duradera y sustancial del mundo, como la verdadera raíz y esencia del Ser. Se suelen experimentar una forma de vida rica en matices y, en suma, reconfortante.

Hay múltiples testimonios de contactos con una Realidad superior, más plena y elevada. Estos se han dado a lo largo de todos los tiempos provenientes de personas de todos los países, y en algunos casos, de gente bien conceptuada dentro de la sociedad o que ha dejado legados importantes a la humanidad.


La concepción espiritual de la vida y de sus manifestaciones.

·       La espiritualidad es revolucionaria porque, a la luz del espíritu, vemos claramente que las valoraciones que habitualmente hacemos y la forma de comportarnos en base a ellas está fundamentalmente equivocada. Esto es natural e inevitable, porque estas valoraciones y comportamientos son egocéntricos y separatistas y, dada la falsa perspectiva sobre la cual se basan, deforman la realidad y crean barreras artificiales en lo verdaderamente es la vida. Así, de un punto de vista subjetivo y egocéntrico como seres humanos pasamos a una visión que toma al espíritu o esencia como origen o partida de toda manifestación, lo que sitúa en su justo lugar los hechos y los problemas, pero sobre todo, a nosotros mismos.

·       La espiritualidad es dinámica y creativa porque los cambios de perspectiva y de valores, el dejar a tras las expectativas y la transfiguración del mundo y de la vida, debida a esta nueva conciencia, provocan profundos cambios en nosotros, desvelan nuevas y potentes energías, ensanchan el campo de nuestra acción sobre los demás y transforman en gran medida la calidad de dichas acciones.

Todo esto implica que haya una clara comprensión y reafirmación de los principios y valores eternos del espíritu y después, la aplicación de estos principios y valores a los problemas concretos, personales y sociales de nuestra época.

 Para que las soluciones espirituales resulten adecuadas a la realidad y resulten eficaces en la práctica, deben ser plásticas, y en cierto sentido, siempre nuevas y originales para adaptarse a los constantes cambios de la vida.

En el libro “Variedades de la experiencia religiosa” (Ed. 62, 1986.) del filósofo y profesor de sicología William James, tenemos un modelo de examen científico e imparcial de este tema, en el que demuestra la realidad y el valor del reino trascendente o plano espiritual ante el intento de negar tales experiencias por parte de algunos.

James sostiene que los límites de nuestro Ser penetran en una dimensión de la existencia totalmente distinta al mundo racional y sensible que habitualmente concebimos, ya sea una zona o región mística o sobrenatural o como queramos llamarla.
Desde el momento en que nuestros pensamientos (impulsos ideales) tienen origen en esta región (y muchos de ellos lo tienen porque sentimos que nos poseen de un modo que no puede ser expresado con palabras), nosotros también pertenecemos a ella, incluso más íntimamente que al mundo visible o tangible, porque pertenecemos íntimamente al mundo donde nuestros pensamientos pertenecen.

Cuando entramos en esta zona o región, se produce una transformación en el plano de nuestra personalidad, nos convertimos en hombres nuevos, y como consecuencia hay un cambio regenerador en nuestro comportamiento.

Aquello que produce efectos dentro de otra realidad también debe ser llamado realidad. Por lo tanto no hay ninguna excusa filosófica para llamar “irreal” al mundo místico o invisible.

La importancia de este reino superior de experiencia y realidad o plano espiritual,  no debe ser infravalorada.

Así pues, como conclusión podemos extraer que la conciencia espiritual no debe quedar ligada en modo alguno a experiencias religiosas o místicas.

“Cada individuo mezcla con la experiencia original una serie de estructuras personales inexactas a las que está fuertemente apegado, tanto mental como emocionalmente.” William James.

Hay mucha gente desesperada que necesita buscar cualquier cosa que le resulte más “real” y satisfactoria que la vida “normal” que conoce. La mayoría lo hace de forma inconsciente, a pesar de poseer una mente brillante y una visión realista del mundo. Los credos, las teologías, los ritos o ceremonias, el recurso a un Dios personal o a la iglesia parecen ser la forma más cercana de aproximarnos a este plano de existencia y experiencia.

  Extraído del libro  Ser Transpersonal,
  Roberto Assagioli.

lunes, 7 de enero de 2013

2013: UN NUEVO CICLO COMIENZA

Todo comienzo entraña una oportunidad, como el día que se levanta.

... Aun no ha salido el sol, pero lo anuncia el alba al romper la noche. Esa primera luz difusa nos devuelve cada día al mundo, lo positiva como un papel fotográfico, revelando poco a poco sus pliegues y matices. Es un momento mágico al que asistir sacudiéndose el sueño. Es el momento de despertar al amanecer de un nuevo tiempo. El cielo nos lo dice: todo es posible

En cada principio hay una oportunidad. Nace el día con todas sus promesas y posibilidades, y lo miramos con desconfianza pero también voluntariosos: vamos a ponerle ganas, a intentar hacerlo bien, o simplemente algo mejor. Los momentos de instrospección nos han dado perspectiva. La vida puede no ser larga pero es ancha y se deja transitar. Podríamos aprovechar el impulso de la nueva energía para llevar los sueños a un terreno fructífero, para mover algo y sentirnos un poco más a gusto. A cada momento surge una ocasión.

Empezar no es fácil. Implica movimiento, ilusión, esperanza y posibilidad de evolución y renovación tanto como esfuerzo, energía, realismo y planificación. Hay que sentar las bases sobre las que alzar un edificio, de ello depende su estabilidad, y trabajar para que lo que bien empieza no se tuerza.

Cuidando los primeros pasos, tratando únicamente de poner un pie detrás de otro, se emprende el camino. No se puede saber todavía adónde puede llevar pero sí la dirección que le hemos dado, hacia dónde miramos…